sábado, 26 de junio de 2010

Isabelle

Las piernas perdidas en el vacío, está sentada en el borde de las grandes ventanas de un supermercado. Detrás de ella, la abundancia de bienes y comida. En frente: el flujo contínuo de los clientes que salen o entran a hacer sus compras. La calle donde se sienta mide unos 200 metros. Hay un café ("le Diplomate"), tres galerías de arte, un peluquero, un barbero, una escuela judía  y dos tiendas de ropa de marca. Ah, y la puerta trasera de la iglesia. Podrán comprobarlo con sus ojos, al final de la nota.
Todos los viernes, me pregunta, con la misma voz ronca pero respetuosa si tengo "une pièce", una moneda. Me atrapan sus ojos profundamente azules. Su piel colorada por el sol - el colmo en una ciudad como París - y su largo cabello pelirrojo.
Este día decido romper el hielo. Me detengo. Llueve un poco. Saco un billete de 10 euros. Lo rechaza. Insisto. Lo acepta. El azul de sus ojos se empaña. Me abraza. Me rio, le digo que no me agradezca. Me vuelve a abrazar. Y me cuenta un fragmento de su existencia.
Isabelle tiene 56 años. Pero parece menos. Estuvo desempleada mucho tiempo y ahora esta "demasiado vieja" para que la contraten. Pero tiene un techo ?
Si. "Un señor me consiguió un pequeño departamento ahí arriba en el edificio de la esquina. Antes dormía allá, en los escalones de la puerta trasera de la iglesia" (El día que Google tomó la foto de la calle, había una pareja de enamorados en vez de un indigente). Ahora por lo menos Isabelle no duerme en la calle. Pero paga 380 euros mensuales de alquiler.
Gana 440 euros gracias al ingreso mensual mínimo del Estado.
El refrigerador no se llena. "Yo no soy racista sabe. Pero con tanta gente que dejan entrar..."
-Pero todos los migrantes trabajan...
-Si, claro, trabajan. Mira mi vecino, es muy discreto y trabaja mucho. Es de Europa del este.
Quiero cambiar de tema.
-Y la gente, es generosa? Es que con tanta riqueza que hay por acá...
-Depende. Algunos se molestan que les pida dinero. Otros sí dan. Los más generosos son los homosexuales. Vienen y me preguntan como estoy y me dicen "ma petite Isaaa".

Me gusta su sociología de la acera.

Isabelle conoce a toda la gente. Saluda un joven que pasa por ahi. Dice que se lleva bien con el cura de la iglesia. Y propone ayuda a un asiático marginado que duerme al costado del respiradero del supermercado. Exhala un aire caliente, apreciable en invierno.
(Aquel día que Google Map tomó la foto, sí había un sinhogar en este lugar).


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Vuelvo a pasar cerca de donde se sienta Isabelle a pedir limosna. Hay dos latas de cerveza y restos de un menú Mc Donald que vuelan.

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