jueves, 10 de enero de 2008

Los vampiros de la tierra

24 de octubre.
« Periodismo y conflictos mineros ». Cuando vi los carteles del pasado coloquio en la Católica, me sentí inmediatamente atraído por este tema que comprendía dos de mis ocupaciones intelectuales preferidas: el periodismo y el activismo político. El tema de la explotación minera me hizo volver seis años atrás en el tiempo, cuando tenía dieciséis años y cuando comenzaba a descubrir la política en Francia. Leí “Germinal” de Emile Zola, que hasta ahora considero como uno de los libros que forjaron mis opiniones políticas anticapitalistas. En esta obra maestra de la corriente literaria llamada “Réalisme” (realismo), el autor nos da a conocer las condiciones de vida en las minas europeas de la mitad del siglo XIX, justo cuando empezaban a difundirse en el viejo continente las ideas de Marx y las de los anarquistas.

Siempre tengo en la mente el final de la novela: una frase visionaria de lo que iba a ser un futuro contradictorio mezclado con rebeldía social y optimismo en cuanto al mejoramiento de la condición obrera se refiere: «...los hombres empujaban, un ejército negro, vengador, que germinaba lentamente en los surcos, creciendo para las cosechas del siglo futuro, cuya germinación pronto haría estallar la tierra».Así que, cuando me sumo en las noticias de los conflictos mineros que afectan a muchas comunidades del Perú, no puedo evitar el pensar en Etienne, Catherine y La Maheude, héroes trágicos de la novela de Emile Zola.
Hoy las cuencas hulleras del norte y del este de Francia ya no existen. Se han agotado las inmensas reservas de carbón que se explotaron durante el siglo XIX; de forma que, se dejaron hectáreas de desolados paisajes ennegrecidos por las escombreras de varias decenas de metros de altura donde hasta se puede esquiar en invierno. Al contrario, por la inmensidad de sus recursos, el Perú todavía no conoce el agotamiento de sus recursos mineros. Pero ya padece de las consecuencias negativas de la explotación minera. Se habrían reportado, hoy en día, 32 conflictos entre comunidades y empresas mineras; es más, entre Enero y Junio del 2007 murieron 22 personas en accidentes ocurridos en las minas peruanas.

Por su parte, en Junio del 2006, el Ministerio de Energía y Minas del Perú reconoció que había en el país 850 casos de pasivos ambientales donde «instalaciones, efluentes, emisiones, restos o depósitos de residuos producidos por operaciones mineras constituyen un riesgo permanente y potencial para la salud de la población, el ecosistema circundante y la propiedad ». Esto es la contrapartida de que, hoy en día, el Perú sea el segundo productor de plata en el mundo, el tercero productor de estaño y el cuarto productor mundial de cobre. Cada año se produce más de 3200 toneladas de plata, 37 000 toneladas de estaño y 554 000 toneladas de cobre; además, durante los últimos treinta años se triplicó la producción de oro en el país.

Esta industria hace trabajar a 110 000 personas diariamente, y la mayoría de ellas ha sido empleada por empresas subcontratadas. Además, durante los años de privatizaciones durante el gobierno de Fujimori, muchas concesiones mineras fueron realizadas a precios subestimados, para luego ser vendidas a un precio diez ó cien veces más caro de lo que habían costado.

Por ejemplo en 1993, la mina de “Cerro Verde” se vendió a 35 millones de dólares a la empresa Cyprus Mineral. Seis años después, fue vendida por 800 millones a la empresa Phelps Dodge y según los cálculos estimados, en treinta años se habrá agotado las reservas de cobre de la mina en mención.
La explotación minera, como así se entiende a esta actividad económica, mejor denominación no podía recibir: pues se trata de explotar la tierra hasta que se colme de infertilidad. Consiste en explotar la fuerza humana hasta que quede reducida a su mínima expresión y contaminar tremendamente el medio ambiente, así como se trata también de la generación brutal y desmedida de riquezas inmensas que raramente son invertidas en el desarrollo sostenible y que condenan a la próxima generación al exilio. Dicho de otra manera, el sistema de explotación privada de las minas encarna lo peor del modelo económico actual: el cortoplacismo y el desprecio por las generaciones futuras

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